Era el primer día de Freddie en la guardería y recibí una llamada telefónica a la hora del almuerzo alertándome del hecho de que su BGL era de 21 mml. Sé que tenía 6,2 mml en el té de la mañana y sé que lo que comió en el té de la mañana no aumentaría tanto sus niveles. Le pregunté si se había lavado las manos antes de la prueba y me dijeron que sí. Por lo general, le administrábamos una inyección adicional de insulina para reducir un nivel de 21 mml, pero les pregunté si podían usar las toallitas de prueba que tenía en la caja de su medidor para limpiarle el dedo y volver a realizar la prueba, su nivel bajó a 13 mml.

A menudo me pregunto qué habría pasado si no les hubiera vuelto a hacer la prueba y simplemente le hubieran puesto la inyección… podríamos haber pasado la noche en el hospital porque Fred pudo haber tenido una hipoglucemia grave.

Moraleja de la historia... ¡¡nunca confíes en un niño de 3 años cuando dice que se ha lavado las manos!!

– Elisa